La miel puede aumentar el nivel de glucosa en la sangre. Sin embargo, también puede contener algunos ingredientes que proporcionan alivio a los pacientes diabéticos. ¿Es esto cierto?
Uno de los principales componentes presentes en la miel que contribuye en gran medida a exhibir el efecto antidiabético es la fructosa. Hay pruebas de que la fructosa tiende a reducir los niveles de glucosa en sangre en modelos de diabetes de roedores. Los mecanismos responsables de esto pueden incluir una prolongación del tiempo de vaciado gástrico, la reducción de la tasa de absorción intestinal y la reducción de la ingesta de alimentos. Además de la fructosa, se ha informado de que los oligosacáridos como la palatinosa (isomaltulosa) presentes en la miel retrasan la digestión y la absorción intestinal de la glucosa, lo que da lugar a una reducción de la glicemia
Además, se ha demostrado que la fructosa también estimula la glucocinasa en los hepatocitos, que desempeña un papel importante en la absorción y el almacenamiento de la glucosa (como glucógeno) por el hígado.
Asimismo, la miel contiene una serie de elementos minerales como el zinc, el selenio, el cobre, el calcio, el potasio, el cromo, el manganeso, etc. Algunos de estos minerales como el cromo son reconocidos por su papel en la reducción de la glucosa elevada en la sangre, el mantenimiento de la tolerancia normal a la glucosa y la secreción de insulina de las células pancreáticas β.
Es probable que la miel como agente antidiabético sea más eficaz y beneficiosa si se combina con la terapia antidiabética convencional. Si se combina con medicamentos antidiabéticos convencionales o insulina, el uso de la miel puede requerir dosis más bajas de estos medicamentos sintéticos o insulina para lograr un control glucémico similar.
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