La mayoría de los dentistas, para la mayoría de los procedimientos, apuntan a una experiencia indolora. Si hay motivos para mantener intacta alguna sensación de dolor, el dentista le informará y le preguntará a intervalos apropiados si puede sentir dolor.
La eficacia de la lidocaína y de otros anestésicos locales depende de lo cerca que esté la distribución del nervio de la norma (inyectarán los alrededores de la posición anatómica “normal” del nervio), de la cantidad de anestésico que se inyecte, de si hay factores locales que alteren el pH del tejido local (e. g. presencia de un absceso o una infección), la rapidez con que se elimina del sitio, etc.
¿Esta información que el dentista puede utilizar para detectar problemas con el trabajo real a medida que avanza, o el único propósito de informarlo sería tratar de que haga algo para mitigarlo, en aras de mi experiencia inmediata?
Los anestésicos locales evitan la sensación de dolor, pero no la vibración o la presión, que en sí mismas pueden ser desagradables. Hipotéticamente, un procedimiento dental que debería ser indoloro con anestesia puede llevarse a cabo igual de bien tanto si el paciente siente dolor como si no, por lo que si es estoico, sentir dolor y no decírselo al dentista no afectará probablemente al resultado de ese procedimiento. Sin embargo, informar al dentista les ayuda a saber si su anatomía es diferente (información valiosa para la próxima vez que necesiten hacer un bloqueo local o regional similar, su respuesta al anestésico utilizado (podrían intentar otro anestésico o enfoque en el futuro), o si podría haber una infección no vista que alterara el pH (y la eficacia) del anestésico. Por lo tanto, probablemente sea prudente que le haga saber a su dentista lo que está sintiendo. Ellos pueden reevaluar la situación, y luego ofrecerle algún tipo de alivio: una inyección indolora (la segunda inyección en una región ya parcialmente anestesiada es verdaderamente indolora), óxido nitroso (un gas), u otro.
Yo compararía esto, en la mayoría de los casos, con suturar una laceración. Nunca hay un momento en el que deseo que el paciente sienta dolor mientras me dirijo a la reparación. Me dirijo a lo que veo. Si un paciente siente dolor, quiero saberlo y abordar la situación.
Una actualización de la estética local en la odontología